CARTOGRAFÍAS / Agosto-septiembre 2014 / No. 51 |
Cartografías |
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De Vidrio Molido* |
Nada tiene que ver el dolor con el dolor nada tiene que ver la desesperación con la desesperación Las palabras que usamos para designar esas cosas están viciadas No hay nombres en la zona muda E. Lihn |
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Paraíso aquí no hay glamour Taxi tú y yo en un taxi mudos cada uno en un extremo el pelo mojado y el viento entrando por la ventana esparciendo las cenizas del cigarrillo mudos sin excusas para dejar de volver a hacerlo Penumbra ella lo miraba desde el baño orinando desnuda en la taza del wáter con su chaqueta de cuero y un Jack Daniel’s en la mano ella lo miraba desde el baño retocándose el corazón con un lápiz labial en la penumbra de esa habitación Pedacitos de muerte esta noche no intercambiamos jeringas ni besos nos declaramos la intensidad en el rostro nos guardamos la sangre salvaje para no contagiarnos desde el amor Lamiendo las paredes camino en las noches por mi departamento lamiendo las paredes para sentir el sabor de la violencia que dejaste la última vez masturbándome despacio sin placer con el corazón amarrado a un costado por el desprecio Tul quiero verte en tu cama de hospital contagiarme de tu muerte bañarte con una esponja como a los bebés escribirte en el borde de las piernas “no me dejes” dibujarte la cara con los granitos de arroz de mi plato curarte los moretones del ojo te haría el amor desde esta esquina despacito sin tocarnos porque yo sé que no puedes estar conmigo y no me importa me aguanto las ganas me como el deseo te regalo mi chaqueta mi vestido de tul mi casita de la zona sur1 duermes en tu cama de hospital y yo pongo más números a mi lista de fracasos me voy marcando la carne con alambres y clavos me voy convirtiendo en la explanada de tu llaga 1 los amigos dicen que soy una tonta que quieres experimentar yo les digo que soy un tubo de ensayo me miran y mueven la cabeza Manual de instrucciones escucho la música y me pongo rebelde pero ya no tengo edad para ser rebelde ninguno de los que esta acá tiene edad para serlo soy el poema más cruel de la habitación he vivido en casas vacías con el techo partido por la mitad sin dinero para comer para lavar la ropa y conseguir un trabajo de medio tiempo en un centro comercial o en un supermercado sin amigos a los que llamar por teléfono y decir: “estoy destrozada” mi día se reduce a sangrar en un espejo boca abajo mientras pasan los meses como un manual de primeros auxilios y se delatan los signos de tortura en el rostro tal como el moho en mi ropa Naturaleza muerta hubo noches en las que buscaba con un cuchillo de cocina el origen de las voces aterrorizada con el rostro amoratado y revuelto hubo noches en las que hacía barricadas para que no me asesinara con una cortadora de pasto abriéndome lentamente hubo noches en las que me golpearon tanto que caí al suelo con un diente destrozado y la cabeza rota como una granada hirviendo hubo noches sin dinero sin cortes profundos caminando por la carretera con la boca sangrando los ojos perdidos el rostro blanco resplandeciente entre los reflectores de los automóviles Maleza busco un lugar dónde morir, como un elefante ciego perdido entre la maleza que arrastra tras los años, como los lentos suicidios de una pieza de música demolida en el papel Alumbrado público no te quiero muerta no te quiero tirada en la calle con la ropa interior en las rodillas las medias rotas alrededor de tu cuello amarradas a un alumbrado público no te quiero muerta no te quiero con la boca llena de agua los perros rasgándote los ojos en un canal hasta que tu cuerpo desaparezca por tiras entre los bares de esta ciudad no te quiero muerta no te quiero golpeada con la mandíbula rota desfigurándote el rostro Animales muertos se acaban los contratos de arrendamiento el eco de las pequeñas habitaciones vacías donde vivía de prestado las mudanzas los errores las heridas abiertas curtidas por las goteras del techo por el yeso del cielo raso que caía a pedazos sobre mi cara terminaron mordiendo el polvo aplastadas vencidas como animales muertos en medio de las luces de la autopista Despedida me recuesto en la cama mirando el techo estas murallas llenas de papeles adhesivos escritos tachados abro y cierro los ojos encegueciéndome con la luz de la ampolleta salgo y entro al pasado sin deseos de hacerlo como un efecto de esta despedida que no tengo deseos de perseguir estiro un brazo y observo mi mano su aspecto no es el que recordaba una mano huesuda venosa los dedos engarfados las uñas amarillas tres nudillos rotos el temblor intermitente del alcohol y la abstinencia no tengo deseos de jugar en la oscuridad solo quiero estar aquí observando mi mano las citas y fechas perdidas que alguna vez me comprometí a cumplir y que dejé abandonadas quiero dormir hasta el día siguiente sin despertar con resaca con los ojos pegados por la pintura negra y los labios quemados ya no quiero estar en batalla conmigo misma tan sólo quiero no levantarme de la cama descansar de estos últimos años. |
De Aire Quemado |
Vidrio Molido, Libros La Calabaza del Diablo, Santiago de Chile, 2011. Gladys González (Santiago de Chile, 1981). Licenciada en Educación con mención en Castellano y Pedagogía en Castellano, doctora en Letras y Filosofía con mención en Filología Hispánica. Ha publicado Gran Avenida (Libros La Calabaza del Diablo, 2005), Aire Quemado (Libros La Calabaza del Diablo, 2009), Hospicio (Ediciones Inubicalistas, 2011), la compilación Vidrio Molido (Libros La Calabaza del Diablo, 2012) y Calamina (Libros La Calabaza del Diablo, 2014). |