Para María Rosario Naranjo Fernández

 

El libro que vincula con el microrrelato moderno a Antonio Machado (1875-1939) es el titulado Juan de Mairena: sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo (1934-1936). La obra está estructurada por casi un centenar de textos breves. De uno a más fragmentos están constituidos los 50 apartados. Otro punto que resalta es su fisonomía híbrida. En un primer plano existe la posibilidad de ficción entre poesía y filosofía. En el título se anexa entrecomillas que los textos son poemas; pero estos están en prosa, una prosa narrativa con predominio de oralidad. Desde la perspectiva reflexiva y poética, el asunto casi directriz es concerniente a lo metafísico. Las distintas voces prestadas otorgan el halo legendario: alguien narra historias sucedidas en el pasado, que a la vez narran de forma indirecta la vida del personaje apócrifo, en este caso de Juan de Mairena, que no es otra cosa que el Antonio Machado librepensador, que intenta inquietarnos, o mejor dicho estimularnos con destreza lingüística e ideas no doctrinarias, con ideas siempre sugestivas y contra el lugar común. Veamos un microrrelato como ejemplo de lo comentado:

 

                                              Mairena, examinador

Mairena era, como examinador, extremadamente benévolo. Suspendía a muy poco alumnos, y siempre tras exámenes brevísimos. Por ejemplo:

―¿Sabe usted algo de los griegos?

―Los griegos..., los griegos eran unos bárbaros...

―Vaya usted bendito de Dios.

―¿ . . . ?

―Que puede usted retirase.

Era Mairena ―no obstante su apariencia seráfica― hombre, en el fondo, de malísimas pulgas. A veces recibió la visita airada de algún padre de familia que se quejaba, no del suspenso adjudicado a su hijo, sino de la poca seriedad del examen. La escena violenta, aunque también rápida, era inevitable.

―¿Le basta a usted ver a un niño para suspenderlo? ―decía el visitante, abriendo los brazos con ademán irónico de asombro admirativo.

Mairena contestaba, rojo de cólera y golpeando el suelo con el bastón:

―¡Me basta ver a su padre!

 

minificcion-espanola_-juen-de-mairena.jpgLa ironía, la burla, la bufonada, son elementos que demuestran la fisiología moderna del fragmento. El personaje de Mairena está dotado como filósofo mediante la recurrencia mayéutica. Cada pregunta tiene la cualidad de ser ingeniosa. Y cada reflexión es abierta o lúdica, no es de ningún modo categórica. Mairena coloca los viejos tópicos en la cuerda floja de la duda, aún se burla de ellos y de sí mismo, trascendiendo perfectamente con base en un discurso más de preguntas que de respuestas, éstas direccionadas a partir de la existencia, de la experiencia de vida o de la vida del existir o ser. A Machado, lo único que lo aleja propiamente de los modernistas coetáneos es su recelo a la pedantería retórica; él prefiere la precisión, lo concreto y, por supuesto, la cordialidad que las “almas” puedan lograr en actos comunicativos y de convivencia. El autor de Juan de Mairena crea una disyuntiva entre sus microrrelatos y los de, por ejemplo, Rubén Darío o Julio Garmendia o de los del propio Juan Ramón Jiménez, quien claramente incursionó en el microrrelato filosófico-poético serial con su Platero y yo (1914); pues Machado dirige su obra al público general y no sólo a los iniciados y, al estilo del Zaratustra, de Nietzsche, propone un nuevo mito y modelo de pertenencia o identidad, y no sólo de goce estético literario; sin embargo esto último dicho no quiere decir de ningún modo que Mairena se aleje de ser una obra moderna o modernista, por lo contrario, es una obra tanto lúdica, como experimental, producto de la actitud modernista. Si la estructura general no es cerrada a causa de las partes fragmentarias, los fragmentos a la vez tampoco son cerrados, pese a que entre ellos estén insertados aforismos, sentencias y donaires, los cuales, como entidades de pensamiento y entidades estéticas, sí están completados, y al mismo tiempo son órganos de crítica y vicisitudes morales o éticas. En otro plano, algunos de los fragmentos del Mairena son claras intertextualidades temáticas, o bien son relecturas literarias que también sirven no sólo para hacer ejemplificar un asunto o perspectiva existencial o subjetiva o cosmográfica, sino al mismo tiempo para hacer amenos los distintos pasajes que el lector irá enfrentando. Veamos lo argumentado con una segunda transcripción:

 

                                                  Eruditos

El amor a la verdad es el más noble de todos los amores. Sin embargo, no es oro en él todo lo que reluce. Porque no faltan sabios, investigadores, eruditos que persiguen la verdad de las cosas y de las personas, en la esperanza de poder deslustrarlas, acuciando de un cierto afán demoledor de reputaciones y excelencias.

Recuerdo que un erudito amigo mío llegó a tomar en serio el más atrevido de nuestros ejercicios de clase, aquél en que pretendíamos demostrar cómo los Diálogos de Platón eran los manuscritos que robó Platón, no precisamente a Sócrates, que acaso ni sabía escribir, sino a Jantipa, su mujer, a quien la historia y la crítica deben una completa reivindicación. Recordemos nuestras razones. “El verdadero nombre de Platón ―decíamos era el de Aristocles; pero los griegos de su tiempo, que conocían de cerca la insignificancia del filósofo, y que, en otro caso, le hubieran llamado Cefalón, el Macrocéfalo, el Cabezota, le apodaron Platón, mote más adecuado a un atleta del estudio o a un cargador del muelle que a una lumbrera del pensamiento.” No menos lógicamente explicábamos lo de Jantipa. “La costumbre de Sócrates de echarse a la calle y de conservar en la plaza con el primero que topaba, revela muy a las claras al pobre hombre que huye de su casa, harto de sufrir la superioridad intelectual de su señora.” Claro es que a mi amigo no le convencían del todo nuestros argumentos. “Eso ―decía― habría que verlo más despacio.” Pero le agradaba nuestro propósito de matar dos pájaros, es decir, dos águilas, de un tiro. Y hasta llegó a insinuar la hipótesis de que la misma condena de Sócrates fuese también cosa de Jantipa, que intrigó con los jueces para deshacerse de un hombre que no le servía para nada.

 

minificcion-espanola_-machado.jpgEsta preocupación de Antonio Machado por encontrar más que filosófico un sentido humano de vida universal y autónoma está inmersa en Juan de Mairena. La propuesta tiene sus antecedentes en El jardín de Epicuro (1894), del galo Anatole France, pero aun más en los Motivos de Proteo (1909), del uruguayo José Enrique Rodó y de El huerto de Epicteto (1906), del español Antonio Zozaya; además dicha tradición literaria se prolonga hasta un poco más de mediados del siglo XX, con el trabajo Huerto agnóstico (1967) del colombiano J. M. Vargas Villa. Y en conjunto estas obras representan relatos extensos formados por fragmentos o microrrelatos de manera serial, asimismo un tipo de propuesta literaria coincidente del modernismo, que en la actualidad podemos realizar lectualmente como microficciones reflexivas.

Revisitar y honrar nuestro legado literario modernista, a través de nuevas forma lectuales, éstas con base en recientes propuestas teóricas (“La minificción” la cual se cimenta mediante los postulados de concisión, fusión genérica, fragmentación, relectura e ironía), no sólo es desempolvar aquellos trabajos que en mucho han contribuido a nuestra cultura y formas de ver el mundo, sino además el de poner a prueba los ejercicios argumentativos de dicha teoría y el de poner a examen el valor estético ante el tiempo, en nuestro caso, poner a prueba a Juan de Mairena, del español Antonio Machado, ante el presente y el futuro inmediato; ya que estamos seguros que, al paso de su revisión o acercamiento, las jóvenes generaciones de lectores se encontrarán, mediante la mayéutica, con distintas respuestas de posibilidad de vida para el espíritu o el intelecto, éstos últimos ahora en su lamentable y franco abandono por causa de la carencia de un discurso consistente y por el empuje de la inmediatez tanto de información como de vida superflua proveniente de la tecno modernidad. 


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Ilustraciones:
Machado: leyendo-vuelo.blogspot.com
Juan de Mairena: http://tikitak.blogspot.com
 

Ángel Acosta Blanco (Ciudad de México, 1978). Estudio Letras Hispánicas en la UNAM. Es editor de Asfáltica. Ha participado en congresos y encuentros universitarios de arte y cultura. Ha colaborado en revistas nacionales y extranjeras como El Búho, Plesiosaurio. Primera revista peruana de minificción, Cuento en red y Delirium tremens. Desde 2008, organiza el Concurso de Minicuento de la Revista Asfáltica En breve lo que tú me cuentas. Ha compilado y editado los libros Ensayos de Minificción (UNAM, 2012) y el inédito Prolegómenos y otros ensayos de minificción.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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