AL HOMBRE SE le ladra se le sacan los dientes se le muerde se le atraviesa en el rostro esa angustia rara esa sonrisa que acusa ese temblor taciturno esa manía tan suya de saber que va a la muerte como un perro
y se le deja en la calle sin un peso en el bolsillo para comprar la leche sin un dios al que indagarle sin un cuerpo para quedar al menos tranquilo en la desazón del sexo con la frente oxidada para que brille más la suerte.
¿ESTÁS BIEN? no pasó nada ¿cierto? ahora podemos seguir podemos comenzar de nuevo podemos terminar.
Ven sigue la historia regresemos a cuando no éramos más que orugas y traqueteábamos por los predios cercados para ponerle luz a las axilas de los pájaros y hacer de las espaldas un soporte ni siquiera lejano ni siquiera tinieblo ni siquiera flemático con el que le arrebatábamos a las lombrices la media vida que nos negó el marrano.
¿Cómo sigues? ¿sigues? ya te ves mejor al menos has dejado de mirarme como piedra abandonada que reclama el movimiento y la muerte como arena cancerígena al fondo del río que se sabe eterna aunque el ahogo como murciélago que se emborracha en la noche con la superficie resplandeciente de las lámparas vecinas y vuelve envuelto de sonrisas y de sangre y de plomo al interior de la piedra donde reposa sus dientes cristalinos de arena
Ya tienes cara de humano de cosa de taladro vas tomando forma y profundidad te vas irguiendo te vas levantando de la tierra que es tu cama y vas poniendo los pies sobre la tierra que es tu tumba pronto alcanzaras la idiotez de todos nosotros recobrarás el sosiego del adulto solitario que se enclaustra entre sus manos y no sale de él sino para pedir permiso retomarás la grata melancolía de los viejos que reconocen en la muerte la salida más / absurda reivindicarás la temprana curiosidad de los niños que asoman por la rendija de los baños femeninos los rostros estampados de alegría y sudor expondrás los gestos que brindan el aspecto y dan carácter en el cuerpo como si solamente fuera verdad lo que se calla y nada de lo dicho tuviera importancia pronto amamantarás destrozarás recuperarás inventarás caminarás desilusionarás devorarás ilusionarás de nuevo sin que mucho haya cambiado desde entonces sin que mucho pueda hacerse para evitar el levantamiento constante de cadáveres la construcción infatigable de edificios sobre los cementerios del norte la tomadura de pelo el sexo los envenenamientos las fiestas que terminan en piernas las que terminan en más piernas y se confinan hasta el amanecer del año siguiente
SEDUCIR / ¡BAH! / ¿PARA qué? / si el país se ha vuelto un lodazal/y las culebras ya huyen hacia las fronteras del sur / o del norte / y anda borracha y extraviada la identidad / que nunca ha habido / Las palabras son como tostadas / que no logran llegar a salvo a la mesa/pero son comidas en el camino / por el aire. / ¿Y si insistiera? / ¿Si me mantuviera en posición de ataque / y de conquista? / Mi madre diría que si realmente quisiera conseguirlo / no me daría nunca por vencido / y mantendría mi voluntad a punta de lanza. / Pero mi madre sabe muy poco de esas cosas / hace parte de una generación en la que se tenía fe / y se explotaban las manos en las universidades / combatiendo / hasta llenarse el vientre de criaturas inútiles / pero sonrientes / que se tomaban el tetero a la mañana / a la tarde / a la noche / y sólo lloraban entre batalla y batalla / seres a los que había que cambiar el pañal cada tres horas / o menos si no se tenía tanta suerte / ¿Pero ahora? / Ahora es otra cosa / todos lo sabemos. / El mapa es diferente en todo el mapa / y ya a mi madre se le caen los dientes de los dientes. / Ella es ella y yo ya empiezo a no necesitar teteros ni pañales / (ninguno de los que conozco necesitan pañales/ninguno ha necesitado nunca tetero / y por eso viven todos con cara de aburridos / que ni siquiera se masturban en frente de sus hijos / y no tienen hijos / no han tenido hijos / a pesar de sus sueños de lavanderas) / sino urgentemente seducir / requerir al otro / amortajarlo / desdoblarlo entre las yemas de los dedos / y arañarlo. / Pero en este lodazal todo es más complicado / de lo que se piensa / y no se puede pretender solucionarlo.
QUÉ DIRÍA MARIO RIVERO allá en Bogotá o dónde esté si viera que en esta ciudad también las vendedoras de las esquinas carecen de dientes y la noche acostumbra salir con chaqueta bajo el brazo para interrumpir lo que el día no pudo siquiera decir.
Qué diría al ver los semáforos del otro lado de la calle siendo traspasados como quinceañeras que se entregan a desconocidos a la salida bulliciosa del colegio y aceptan caramelos de todos los sabores para homenajear las dulces formas que componen la boca.
Qué diría al ver las casas viejas de Palermo donde se deshacen las paredes como bolsillos de pantalón roído por el tiempo y frente a las cuales los ancianos pasean a sus perros sin recoger la mierda no por el temor de untar sus manos arrugadas sino por el agrado de ver tirada la identidad en los andenes.
Qué diría Mario Rivero el menos perezoso de todos los poetas al saber que acá no hay vírgenes y que sólo en primavera se entretienen en los parques los amantes y en el verano la ciudad se asemeja a la Estepa de la Desolación sólo que sin relincho de caballos y que en el invierno los árboles se entregan desnudos al gemido helado de los / transeúntes y en el otoño los barrenderos bailan como en agosto y vuelven a sus casas con la escoba entre las piernas y los ojos polvorosos de tanto barrio.
Qué diría al caminar por Corrientes a la altura de Callao y descubrir que la literatura también es un negocio como el paracaidismo o la carnicería y que se puede vivir de vender libros pero jamás de escribirlos a no ser que se quiera vivir de no escribirlos y entonces entregarse de una vez por todas al asfalto de la noche a la botella incrustada en la garganta a la novia de turno o a la del amigo a las circunstancias que inflaman el estómago a los periódicos vencidos con que se descobija el aliento a los guantes de boxeo de donde emerge el silencio al amanecer vacío de pensamiento y de apuros al sueño producido por la gasolina del hambre al huevo a las naranjas amargas a la cada vez más lenta felicidad de la memoria.
Seguramente no hubiera dicho nada ─ni siquiera un tango─ y se hubiera muerto igual se hubiera muerto.
SE FUE EL DÍA ¿se fue? el opio está colgado de la lengua y te avisan por la puerta transparente que ya es tarde se fue el día ¿se va? entre los cojines del sofá no vas a encontrar mermeladas ni consejos no hay monedas al otro lado del espejo a duras penas responderás lo que te pregunta la siquiatra o la nevera por escrito para ir a la cama sin temores y eso y eso que traes cortada la cabeza con una trompeta de hielo y eso que traes desecho el estómago como un trompo antiguo y eso que traes carcomidas las venas por moronas de ladrillo y eso que traes los ojos perturbados por inciensos y luces rayándote el cerebro y / oscuridades que laten hasta hacerse latidos en los párpados se fue se fuel día ¿se fue? el opio va bajando de las ramas de la boca hasta llegar a lo absurdo mientras lames con tus ladridos de ladrón en muletas y te dejas acomplejar por la nada y por la monja vestida de nada que se sube junto a ti en el colectivo te sientes como un hueco como una bocanada en un abismo como una alfombra tejida con hambre ante la sepultura y te das la vuelta para mirar otra ventana donde está lo mismo reflejado sólo que revuelto con lo insomne
Se fue el día ¿se fue? de tanto irse se está quedando y tu respiras tienes en el aire la última hora el último minuto y lo usas para sentarte cómodo en el último vagón de la conciencia donde john lee hooker robó su primera guitarra respiras mientras tus manos auspician en las lapiceras la sangre de los dedos y le sacas la punta a tus bolsillos con las motas azules que encuentras en el suelo te estremeces mientras silbas igual que cuando cagas te acurrucas te distraes eres tu tan fácilmente tu solo en el último vagón de la conciencia sin john lee hooker que te dé una mano donde sólo entra el aire con bostezos y las películas duran doscientos años y no se acaban nunca los orgasmos y no sucede nada si no es contigo solo con tu aire y tu respiro se fue el día ¿se fue?
¿Se fue? Ahora te atreves a decirlo como si el opio no purgara tu inventario y no te adormeciera los dientes de papel manchado y no te hiciera ver los amuletos colgados del otro lado de la puerta la llovizna amortecida que cae desde el siglo en que se tomaban en serio las vagancias los carros salpicados de perros los paraguas embotellados los pasillos de faldas recogidas los largos terremotos pasando entre las calles por los subterráneos de lo afuera y de lo soplado
OTROS FUERON LOS que comieron sobre el mantel anoche sin salir de sus casas ni mirar a ver qué fue lo que pasó si es que pasó otros los que se quedaron dormidos hasta tarde esta mañana y no fueron a las duchas al espejo al asombro al café a los buses pervertidos a las escalinatas sin sombra a las largas filas de edificios que lamentan el ascenso no descendieron a las morgues no vagaron en los cementerios no visitaron los cines no bajaron al subterráneo al andén a las esquinas no besaron no cometieron crímenes no estornudaron delante de una dama no se hurgaron las narices no voltearon a mirar no rieron no dieron propina no cantaron porque se quedaron dormidos y no fueron no fueron ni a las puertas más cercanas de sus casas ni se asomaron al día a ver qué fue lo que pasó si pasó.
nosotros en cambio asistimos diariamente a la permutación gratuita del olvido a los desayunos a la ducha al espejo recalcitrante de nosotros mismos a la ausencia desvergonzada de la angustia y al vino a la alfombra endemoniada de las mil y una noches a la mítica desconexión del teléfono al humo y a la muerte y sus evasiones continuas a la madera y a la inocente ajenidad del labio a los poros frágiles de una lengua prestada por un rato o un centavo a las azoteas y los secretos que guardan en el aire bajo llave a las ocurrencias que nos labran como enanos los orificios húmedos del cerebro y se nos vienen encima y nos saquean la sangre para llenar con ella los tinteros de nuestra época gusanos que buscan el transcurso hacia la boca la salida por la que puedan librarse de nosotros animales viscosos que no forman heridas sino permutaciones de la forma murmullos ronquidos graznidos palabras voces estampidos que como plumas se pudren en el aire hacen de risa el día.
Simón Henao (Bogotá, 1980) es poeta y cuentista. Estudió Literatura en Colombia y en Argentina. Ha publicado poemas y cuentos en revistas. Actualmente realiza estudios de posgrado en Literatura Latinoamericana en Buenos Aires.