La melancólica muerte de Chico Ostra y otras historias
Tim Burton
Anagrama, 1999


 

portada-melancolica-muerte-.jpg Referir la obra de Tim Burton (California, EUA, 1958) es aludir, de forma necesaria, al conjunto de filmes que ha logrado construir a través de un estilo de filmación y un ritmo de narración muy propios. Catorce películas en casi veinte años nos han servido para conocer el puñado de miedos e inquietudes que este peculiar director ha deseado aterrizar por medio de situaciones extravagantes (Pee Wee’s Big Adventure, Sweeney Todd), lugares poco comunes, contextos ideales para el despliegue de la imaginación (Halloween Town de Nightmare Before Christmas,1 la Ciudad Gótica de Batman y Batman Returns, Sleepy Hollow del filme homónimo) y, sobre todo, personajes solitarios, extraños y marginales (Vincent,2 Edward Scissorhands, Jack Skellington, etcétera.)

El énfasis explicitado en relación con los personajes parte de lo siguiente: este acumulado de filmes es, en su gran mayoría, resultado de una labor que incluye a Tim Burton más en una posición directiva que propiamente generativa: Edward Scissorhands, por citar un ejemplo, podemos considerarla como una obra personalísima, pero no así las demás que conforman su repertorio fílmico (si de largometrajes hablamos). No obstante, es cierto que en otras películas ha conseguido dotar a personajes que no son de su creación de una personalidad casi concebida por él: basta con mencionar a Lidia, de Bettlejuice; El Pingüino, de Batman Returns; Ichabod Crane, de Sleepy Hollow, e incluso Willy Wonka, del remake3 Charlie and the Chocolate Factory. Todos, sin excepción, atormentados por una insana relación con alguno de sus progenitores.

Este conjunto de constantes fácilmente identificables en su filmografía es posible hallarlo también en su literatura, la cual se acompaña de una serie de dibujos muy particulares. (Aunque, de hecho, no es descabellado decir que sucede al revés: sus versos fungen como complemento a dicha obra gráfica).

Parte del curioso universo de Tim Burton podemos hallarlo en un libro ilustrado que compendia veintitrés cuentos escritos en verso, y que lleva por título The Melancholy Death of Oyster Boy & Other Stories (La Melancólica Muerte de Chico Ostra y Otras Historias) publicado por Anagrama en 1999. Veintitrés relatos que, en la mayoría de los casos, nos describen brevemente la nostálgica existencia de una serie de fantásticas criaturas, con las que es imposible no identificarse en, al menos, uno de los tétricos aspectos que, cruel y dulce, desesperada, amarga y tiernamente gobiernan sus vidas.

Ternura y crueldad se entrelazan para constituir la tan bella y a la vez tormentosa experiencia de ser niño, tal como el autor lo percibe y refleja a través de sus versos. Cada uno de los personajes de estas historias se caracteriza por una profunda soledad, resultado de diversas condiciones que lo excluyen del “mundo normal”: Stain Boy (Chico Mancha)4 es un superhéroe maldecido por su inigualable poder: manchar todo lo que toca; incluso, cuando en Navidad le regalan un traje nuevo, que felizmente estrena para portarlo con orgullo, termina manchándolo inmediatamente, víctima de una fatalidad ineludible. O Toxic Boy (Chico Tóxico), extrañísimo muchacho que debe convivir con objetos y sustancias que resultarían perjudiciales para cualquiera de nosotros, pero que para él significan el mundo ideal, ya que cuando es expuesto al calor del sol, al aire límpido y al vivo verdor de la naturaleza, muere irremediablemente, víctima de un medio hostil.

Forman también parte de este censo homogéneo: Staring Girl (La Mirona), quien mira y mira todo lo que está a su alrededor; Mummy Boy (Chico Momia), reencarnación de algún faraón egipcio, que gusta de jugar a los sacrificios de doncellas y que termina muriendo al ser confundido con una piñata mexicana. O el tiernísimo Boy with Nails in his Eyes (Ojos de Clavo) quien, en palabras del autor: “[…] terminó de montar su árbol / de estaño en un solo día. / Pero se veía muy raro / pues él mismo no veía”.

El libro toma título de la ficción más extensa. Y, de hecho, la misma melancolía que describe la muerte de Chico Ostra, quien es devorado por su propio padre, califica y resume en un tiempo el macabro y dulce panorama que Tim Burton dibuja en sus sencillos y a la vez tan significativos trazos. Y es que esa significancia reside en su habilidad para remitirnos a la nostalgia universal por la infancia; de ahí que pueda hablarse de una “literatura infantil para adultos”.

Es innegable argüir que el propio Tim Burton ha proyectado algo de sí mismo en cada uno de los personajes del libro. Su mundo ―aquel que alegre y oscuramente ha construido― podría definirse como la irrupción de lo fantástico sobre lo habitual. No hay realidad, en sus historias, que tenga algo de ficticio antes de que alguno de estos encantadores monstruos aparezca. Es cuando aquellos emergen que las situaciones se colapsan y las fortalezas se destruyen. ¿Permanecer indiferentes ante su infinita humanidad y su trágica presencia? Imposible.

La edición en castellano posee el insoslayable rasgo de contar con un apartado al final que nos regala, en unas cuantas páginas, la versión original de los versos. Es necesario insistir en el poderoso apoyo que las ilustraciones brindan a la narrativa. Acerca de La Melancólica Muerte de Chico Ostra y Otras Historias sólo podría acotarse, finalmente, que no es un volumen concebido únicamente para los fans del autor; su esencia consiste en la remisión a una añorada y breve infancia, aspecto que a cualquiera puede concernirle. Para aquellos que tienen hijos y para algunos que quizá los tengan, el libro puede moverlos a pensar sobre cómo es que ellos perciben ―o percibirán― un universo que a veces nos oprime por lo que el exterior dicta. Cómo es que, a final de cuentas, las apariencias verdaderamente nos engañan, y nuestra naturaleza, la genuina, podremos hallarla si miramos más allá de lo que nuestros sentidos registran.

 


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1 Dirigida por Henry Sellyck, cuyo guión está basado en el poema original de Tim Burton.
2 Del cortometraje titulado con el mismo nombre, de 1983.
3 Del filme Willy Wonka and the Chocolate Factory (1975), dirigida por Mel Stuart.
4 Stain Boy cuenta con su propia serie de animación, creada en el año 2000 por Burton y animada por Flinch Studios.


Antonio Rohman Montufar (México, 1985) es licenciado en Psicología por la UNAM. Ha publicado en Opción y en Punto en línea.  Tallerista del Instituto de la Juventud del D.F. (“Iniciación escénica y Expresión Corporal”). Es director del grupo teatral Dharma & Artificio.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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