Hábitos nocturnos

Para Leticia Escareño y Carlos Vieyra
Dispuesto a echar el ancla
al otro lado de los párpados,
es decir, parado en la calle Vigilia s ∕ n,
alargando ligeramente el cuello
para mirar al otro lado
de la esquina,
buscando el timbre
de la casa de Morfeo,
en medio de la noche silenciosa
se detonó un ruido sugestivamente ambiguo:

podría haber sido algún vecino
soplándose enérgicamente la nariz
(constipado quizá) y el ruido el aire pasando,
ligeramente atrompetado,
por las cavidades nasales;

podría haber sido algún vecino
acusando con el hálito enérgico
una mala posición, el cuerpo
a cada respiro reclamando su acomodo
y el ruido el aire,
ligeramente rasgueante,
atravesando la garganta;

o podrían haber sido no uno sino dos vecinos
(hembra y macho quizá, o quizá no)
afanados en el oficio de bordarse el amor
a / ante / bajo / con / contra / de / desde / en / entre, etcétera, los cuerpos,
sudorosos y elásticos, vibrando iluminados
como teléfono celular, juguete sexual
o muchacha desnuda en medio de la nieve,
y el ruido, ligeramente inyectado de dolor,
el aire deslizándose, trémulo y entrecortado,
por las cuerdas vocales.

Nunca antes había reparado en la proximidad sonora
de estas tres expresiones humanas,
ni siquiera sé cuál de las tres opciones es la correcta.
Mis únicas certezas son:

1) que ese ruido sugerente me inspiró estas líneas,

2) que ese ruido sugerente era aire saliendo de un cuerpo hacia lo oscuro

y 3) que la noche sigue allí, inamovible.




Entrando al sueño

Como todas las noches, me pongo la pijama,
me calzo las pantuflas y veo televisión
a muy bajo volumen, para no despertar
a los que duermen.

Siempre los mismos programas, sentado siempre
en la misma plaza del sofá. Series policiacas.
Siempre tras la pista, me digo,
y pienso que mi día  pudo ser algo más interesante.

Buscar el rastro de otra cosa, me digo,
fatigar la escena del crimen, me digo,
tener un arma y quebrar el cielo a balazos, me digo.

A medida que avanza la historia de la tele,
que crecen los rumores que levantan el muro
de ese ruido gris, manchado,
que es el silencio de los multifamiliares,
me digo qué noche la de ayer, la de ese ayer,
y qué día el de mañana:

seguro habré de encontrar el rastro de otra cosa,
seguro habré de hallar pista en la escena del crimen
y seguro habré de quebrar el cielo a balazos
(esto último a muy bajo volumen
para no despertar a los que duermen).



Luis Paniagua (San Pablo Pejo, Guanajuato, 1979) es poeta y ensayista. Estudió literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México. Es coautor de los libros colectivos Espacio en disidencia (Praxis/Velamen, 2005) y Al frío de los cuatro vientos (Instituto Mexiquense de Cultura, 2006). Su primer libro individual lleva por título Los pasos del visitante (Ediciones de Punto de partida / UNAM, 2006).
 

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

Punto en Línea es una publicación bimestral editada por la Universidad Nacional Autónoma de México,
Ciudad Universitaria, delegación Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México, a través de la Dirección de Literatura, Zona Administrativa Exterior, edificio C, 3er piso,
Ciudad Universitaria, Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México, teléfonos (55) 56 22 62 40 y (55) 56 65 04 19,
http://www.puntoenlinea.unam.mx, puntoenlinea@gmail.com

Editora responsable: Carmina Estrada. Reserva de Derechos al uso exclusivo núm. 04-2016-021709580700-203, ISSN: 2007-4514.
Responsable de la última actualización de este número, Dirección de Literatura, Silvia Elisa Aguilar Funes,
Zona Administrativa Exterior, edificio C, 1er piso, Ciudad Universitaria, Coyoacán, C.P. 04510, Ciudad de México,
fecha de la última modificación 10 de abril de 2024.

La responsabilidad de los textos publicados en Punto en Línea recae exclusivamente en sus autores y su contenido no refleja necesariamente el criterio de la institución.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos aquí publicados siempre y cuando se cite la fuente completa y la dirección electrónica de la publicación.