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huye de tu vida: es el acto más valiente que puedes hacer óyelo bien la rutina es un fantasma que infecta tus heridas cuando duermes por las noches bloques amontonados de oscuridad un buen día no te levantas y la noche se acuartela en tu cuerpo huye cuando puedas se nos acaba el tiempo y aunque siempre ha sido poco esta vez no queda nada que perder
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¿a quién le hablamos cuando nos hablamos a nosotros mismos? pues ya sabemos qué responder ¿es como un ajedrez de una persona? ¿o es más bien como enfrentar el miedo más grande: la figura deforme en el espejo que se mueve y hace muecas cuando no me muevo?
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construimos un búnker entre los huecos de las letras ahí donde tu piel es más pálida bajo la presión de mis dedos el silencio está de nuestro lado ahora tenemos una batalla en común
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sólo te puedo decir que lo que quiero decir no basta en mis oraciones las colma como tinajas hasta el borde de vino las pobrecitas oraciones tan desgastadas porosas como cadáveres de lava si juntos pudiéramos hacerlas brillar por un momento
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olvidé cómo llegué aquí lo que dijiste en esa banca el sabor del café en tus labios y es que sin ti esta ciudad no es una ciudad siquiera es un callejón retorcido una triste procesión sin rostro pero no te preocupes no extraño mi casa: me la encuentro a la vuelta de cada esquina
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…y luego yo, tan mirón, tan melodramático. Como alguien me lo dijo una vez: Valgo Madre. Ricardo Castillo, “Autogol”
todo va de paso en la terminal solamente los locales y las filas de asientos permanecen a quién se le ocurre quedarse a ver despedidas y reencuentros en vez de alejarse pronto de ahí a quién se le ocurre cuántas veces llegaremos a este vértice cuándo se detendrá la encrucijada cualquier pretexto será bueno una reservación sin nombre un boleto extraviado todo menos un adiós en este pinche lugar tengo que estar pronto junto a ti cada que te veo estoy a punto de conocerte
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