sucios arañados se van como exploradores al corazón de su existencia sonrientes resplandecientes
Bernard Pozier
Surfeábamos en las dunas frente al mar en las tablas de nuestras patinetas
Era el último año de primaria y éramos capaces de atravesar la selva cruzar el río a nado en una incursión nocturna lanzar huevos/kamikaze hacia las casas ya deseábamos tener tatuajes y arracadas pero temblábamos al querer besar a una chica
Conocíamos el mundo de memoria porque empezaba en el manglar indómito detrás de la colonia y terminaba en el mar Muchas veces entramos a sus aguas a la media noche creyendo secretamente que la Tierra era cuadrada y que de ir muy lejos encontraríamos el filo de los océanos por donde se van las cosas //empezando por la arena// y ya sabíamos de antemano la sentencia de que algún día habríamos de caer por ese borde
Pero hicimos el esfuerzo de descuadrar la Tierra como las ruedas de nuestras patinetas al ir por la calle creando los conjuros necesarios para hacer un ollie o un flip y después fumábamos cigarrillos a escondidas en los lotes baldíos al amparo de la hierba que crecía incontrolable
Aprendimos a expandir el mundo con nuestros tenis rotos a expandir nuestra voz en las pocas canciones que sabíamos tocar No sentíamos pudor al traer playeras y dijes de Dragon Ball porque Gokú siempre salvaba el mundo cada 20 capítulos no como aquellos mesías que a nuestro parecer sólo causaban guerras o el tedio de una clase de catecismo
Al salir de la escuela resguardábamos nuestros límites con técnicas de vigilancia militar que nuestros padres llamaban vagancia Algunos sábados reinventábamos la noche desde un lugar que nosotros llamábamos secreto aunque ahora no es más que un patio trasero Ahí cuidábamos la arquitectura de las columnas que sostenían nuestro mundo Después de saltar la barda entendíamos en una lucidez de hombre prehistórico a la noche como un sitio donde las reglas eran de un plástico muy frágil y el asfalto era tan nuestro que el planeta entero podía serlo y algunas veces lo fue
Fue ese momento el primer riff de un disco que ahora escuchamos con nostalgia el diario zape de mi padre las horas interminables en la dirección las dos veces que nos detuvo la policía y todas las ocasiones en que sangramos por clavos por piedras por puños la mayoría por caídas pero también fuimos grandes aprendices en el arte de caer //hasta que empezamos a hacerlo con maestría limpiándonos el polvo y la sangre al levantarnos con la intuición de que eso nunca sería diferente// Mas fuimos gigantes trepando dunas que bajábamos en patineta donde ahora sólo hay edificios departamentales
Cardiograma sobre un espejo al salir de la regadera
Escribir siempre es dibujar sobre un espejo empañado
Escribir siempre es verse en un espejo empañado donde unas cuantas palabras dejan que asome el reflejo
Escribir siempre es pasar tus dedos por la humedad del vidrio sin importar que se evaporen tus huellas Cuando eso pase tú también te habrás ido
Eduardo de Gortari (Ciudad de México, 1988) ha publicado en las revistas Tierra Adentro, La Línea del Cosmonauta, Literal y Punto de partida, además de la antología Divino Tesoro. Es miembro del colectivo Devrayativa. Ganó el Premio Nacional de Literatura para Jóvenes muy Jóvenes 2006 en el área de poesía. Es vocalista y guitarrista del grupo de rock Yesterday Pop.