Extraño suceso levantarse temprano, lavarse con el viento las manos, salir a probar suerte con el clima (descubrir que tienes mala suerte). Volver con crisantemos en los ojos, parir un escalofrío que fríe, visitar la ostra de tus perlas (descubrirle a la perla la utopía). Dormirse tarde, despertar.
(De El (An)verso de las esquinas, 1997)
Postal de vikingo en un mar caliente La encontré en las cárceles de Cartagena; le pedí el mapa de algún tesoro que no sea sus ojos. Pensé en irme, pero ya no me fui tanto. El mar y sus ojos son un faro en medio del iluso puerto. Blas de Lezo atraviesa las murallas que dibujan su contorno cuando ella duerme.
(De La Cruz de la ceniza, 2005)
Sed
A Rubén Astudillo y Astudillo, a quien le gustaba este poema
No me pases la sal, samaritana. En el pozo aún hay agua sin fermentar. He llegado sudando desde el monte y quisiera ver en ti la luz del mar. La sal, samaritana, es el lamento del mar sin naufragar. El pozo tiene espuma y es de dulce. Samaritana, quiero en tus ojos ver el mar. Antes de la caza
A mi padre
Quiero encontrar el lugar donde ubicarme. Entro en la vecindad de voces que me dicen: ve a buscarte lejos, en los andenes de las penas, ve a ponerte en fila con los astros; deja el poema un rato, y reconoce los olmos. Piensa que ya estorbas y no sirves, que de grande uno se trastroca y se consume. Mamá ya no prepara bien las cenas, no hay comida hasta después del día. Ve a buscar el círculo vicioso que pueda hacerte hombre en el insomnio de los días. Vete y no vuelvas hasta después de la caza. Brama el poniente (fragmento) I
A Viviana Cordero
De tanto hacer crepúsculo en la misma montaña, se cayó el telón de todo lo que es verde. Se regó el jarabe de la noche como un brebaje fabricado por el disgusto de las nubes. Se cayó mi faz y se hizo trizas, se rompió mi aire en una bohemia, me hechizó un conjuro con una vara mágica; estoy en pedazos, como el canto del gallo en la ciudad traficable. De tanto hablar en forma de crepúsculo, me siento más montaña que otros días.
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