DOSSIER / junio - julio 2023 / No. 105

Las letras al pelotón 
Presentación

Lucila Navarrete Turrent 



Para iniciarse en las artes del ciclismo no basta con equilibrarse sobre ese artefacto de dos ruedas alineadas sobre una suerte de caballete llamado bicicleta; necesitamos que otra persona nos enseñe a cobrar conciencia de nuestra habilidad física para desplazarnos con mayor rapidez que al caminar. Podría decirse lo mismo de cualquier otro medio de transporte, pero la bicicleta supone otra clase de experiencias. Como cuando fuimos pequeños y papá o mamá, un tío o la abuela pacientemente nos llevaron del asiento o del manubrio por las calles más tranquilas del barrio donde crecimos hasta que, por fin, pudimos hacer algún mandado en bici, visitar a algún amigo o jugar, jugar a hacer caballitos hasta el cansancio. Tal vez esas imágenes contribuyeron a forjar nuestro concepto de autonomía o, mejor dicho, de felicidad, por el hecho de haber descubierto la magia de volar bajito, sin tocar el suelo, como las mariposas.

La bicicleta es un dispositivo que a nuestra escala amplía la capacidad para entender la relación con el espacio y con los demás. En sus aparentes limitaciones se cifra su potencial para crear un lenguaje que reactiva la imaginación y permite comprender lo diversos que somos como individuos que para subsistir necesitamos desplazarnos. Hija del siglo de las invenciones, desde sus primeros prototipos el velocípedo anticipó la diseminación de la experiencia y, por lo tanto, la puesta en crisis del relato de la modernidad que ha sintetizado en el automóvil el modelo de movilidad citadina.

Si la imaginación es constitutiva de la creación, si es una facultad mediadora que permite representar lo vivido o idealizado, pedalear a conciencia, sentir el cuerpo plenamente en el presente, puede alentar esa inventiva que permite transitar por las veredas de lo poético, de la memoria o la utopía. Por eso el arte es el ámbito idóneo para darle sentido a lo que el ciclismo impulsa.

Pedalear para imaginar, imaginar para escribir, pedalear para crear, fueron los hilos conductores del curso “Pedaléalee. Letras en bicicleta”, que tuve el gozo de impartir durante el mes de enero de este año para la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura de la UNAM. Participaron activamente 24 personas de diferentes lugares del país, cuya relación con la bicicleta es tan variopinta como con los libros. Por la riqueza de sus perfiles ciclistas, concernientes a lo urbano, la perspectiva de género, lo recreativo y deportivo, la exploración de la identidad móvil fue la pauta con la que se desarrolló el curso.

A lo largo de nuestra gran Vuelta pedaleamos por la historia de esta maravillosa herramienta inventada a principios del siglo XIX; por el manual de ciclismo y su relevancia para reflexionar en un tipo de discurso que alienta, a escala humana, la experiencia de libertad en el individuo moderno; por los géneros literarios que han representado a la bicicleta y diversificado escrituras como la autobiografía, la crónica y el diario de viaje; por el ensayo y sus posibilidades para profundizar en el fenómeno de las sociedades industriales y la cadena productiva basada en energía fósil.

Durante las sesiones se afianzó una comunidad de ciclistas que dialogó en torno a obras de autores como F. J. Erskine, Sandro Cohen, David Byrne, Powerpaola, Rogelio Garza, Georgina Hidalgo Vivas, Marc Augé, Robert Penn, Iván Illich y Julio Torri. La bibliografía propuesta contribuyó al debate sobre la dimensión simbólica de la bicicleta en nuestras vidas, la experiencia estética y sensoperceptiva del pedaleo, la participación activa en la construcción de movilidades diversas, y el uso político de la bicicleta para resistir a la violencia de género, la degradación del espacio público y la crisis socioambiental. Pero fue la escritura la que edificó un puente de afectos entre nosotros. Escrituras que, en paralelo a las lecturas y el diálogo, configuraron una narrativa colectiva.

Los 21 textos que se publican aquí son el fruto de lo que sucedió durante las sesiones de taller literario, en el que prioricé la libertad creativa y la experimentación. Como podrá advertir el lector, la hibridez genérica es uno de sus denominadores comunes, pero sobre todo la honestidad: en su mayoría son textos que se introducen en lo autobiográfico.

En el bloque de “autobiografías ciclistas” encontramos: “Hoy fue un buen día” de Alba Ruth Ramírez Ceniceros, “Trazo a dos ruedas” de Aranzazú Blázquez Menes, “Mi aliada” de Débora Herrera, “Miniautobiografía ciclista” de Elizabeth Aguilera, “El rodar de la bicicleta por mi camino” de Ernesto G. Almaraz, “Categoría V: Femenil 51-60” de Anel Pérez, “Porque una ciclista es ciclista, aunque no ruede” de Jellybean, “Breve relato de algunos instantes sobre ruedas” de María Paz Amaro, “Cayucos vs bicis” de Mariela García y “Autobiografía ciclista” de Yareni Buitrón. En esta misma línea de la remembranza, el ensayo de visos autobiográficos agrupa a: “Mis yeguas-mecánicas” de Alexsa Bathory, “Reivindicación de la soledad: alegato sobre dos ruedas” de Armando García, “Pedalear” de Carolina Becerril, “Lista para la aventura” de Epifanía Martínez, “¿Qué sigue tras la utopía?” de Fernando Illarramendi, “La ilusión de la libertad” de Mónica Díaz García y “Heridas y gratitud” de Ramón Nakash. Por su parte, Fernando García participa con el relato de ficción “Cualquier viaje” y Teófilo Kalach con el relato autobiográfico “Sucedió en el Desierto de los Leones”. Por último, “Por si quieres volar” de Alejandra Trejo Poo y “Manual para ser feliz” de Diego Vargas proponen consejos para quien comienza a pedalear.

Las imágenes que acompañan al dossier evidencian el tono celebratorio de la rodada que realizamos por Ciudad Universitaria para cerrar el ciclo el pasado 2 de febrero. Figuran, también, ilustraciones de Fernando Illarramendi, acuarelas de Alba Ruth Ramírez y Diego Vargas, y una fotografía de Fausto Emiliano Trejo Poo.   

En lo que sigue, invito a las y los lectores a pedalear, pedalear para cruzar la frontera hacia la imaginación, requisito indispensable de esta “lectura en bicicleta”, al más claro estilo del equilibrismo literario de Gabriel Zaid en su ensayo “Leer en bicicleta”.



Lucila Navarrete Turrent (Torreón, Coahuila, 1980). Es ensayista, ciclista y académica. Es docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila. Su libro más reciente es Cura rotatoria (IMCE, 2022). Le interesa la crítica y la teoría literaria latinoamericanas, la relación entre periodismo y literatura, y la presencia de la bicicleta en la escritura.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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