Diego Vargas Ugalde



Primero: consiga una bicicleta.

Segundo: váyase pedaleando a todas partes.

En caso de no saber andar en bicicleta, realice el paso número 1. Luego, pídale a alguien que sí sepa andar en bici que le acompañe a aprender. Seguramente le dará buenos consejos. Andará con usted en sus primeras vueltas, le presentará amistades que también andan en bicicleta y que seguramente le van a invitar a salir a rodar por las tardes o noches entre semana y los domingos sin falta. Usted diga que sí y entonces se hallará despertando un domingo a las seis de la mañana para ir pedaleando a algún lugar a 50 km de distancia, con otras 30 personas sonrientes y sudorosas que hablarán constantemente del bien que la bicicleta les ha hecho y de lo felices que son ahora. Usted diga que sí y salga los jueves o viernes por la noche a pedalear por la ciudad, por ésta y otras ciudades que le mostrarán un rostro inimaginable, uno que no conocía, y le asombrará lo hermosas que son las ciudades nocturnas. Y uno de esos días o noches recorriendo calles ajenas de la ciudad se va a sentir muy bien, verá que la bici se mueve con usted, como si fueran una sola forma flexible, giratoria y veloz. En esas calles que usted nunca se imaginó, donde nunca pensó que circularía y mucho menos de noche, usted no irá en soledad, le acompañarán 16 ciclistas pedaleando esa misma subida, sudando con cara de sufrimiento, pero lo que en verdad sentirán será felicidad. Cuando lleguen todos a la cima se saludarán y sonreirán por su logro, porque seguro eso, al menos eso, les saldrá bien en el día y con eso bastará para ser felices. Pero no habrán terminado: faltará el descenso. A toda velocidad o a la velocidad que cada uno siente adecuada, pero la suficiente para que no se pierda la emoción, porque andar en bici es así: la felicidad se encuentra en la subida y en la bajada.

Seguramente esa persona que le acompañará en el aprendizaje de la bici también estará aprendiendo de usted y también disfrutará explicándole cómo arreglar una llanta, cómo ajustar los frenos, qué lamparitas funcionan mejor. Esa persona habrá pasado por la misma situación en la que usted se encontrará y va a querer ahorrarle muchos padecimientos; usted no deberá angustiarse, así son los ciclistas. Para esas alturas, usted ya habrá conseguido más amistades, habrá conocido lugares, habrá reorganizado sus tiempos para salir a rodar, se irán creando nuevas costumbres y formas de ver el mundo. Entonces, una vez que se sienta bien sobre los pedales, aplique el paso número 2 y sea feliz.

P.D. Seguramente un día alguien se le acercará para pedirle que le ayude a aprender a andar en bici.