Las ciudades que no visitaremos
Cristina Bello
Vuelo 257
Debí traerte conmigo en el veliz
colocado alguno de tus bocadillos favoritos en él
para que no protestaras,
pero le temes al sonido de los aviones
así como yo le temo al verano y sus rayos ultravioleta
Hoy estaríamos dormidas debajo de la cama
refugiadas en su sombra
a una distancia prudente,
la distancia que una pone entre quienes ama
o lo que ama
Tú amas los lugares oscuros
las aves
los sillones
la sensación que provoca el pasto en tus bigotes
Yo amo el color anaranjado de las hojas
el sabor del jengibre
la suavidad de tu pelaje gris
tu miedo a los aviones
Quiero contarte que el viernes acaricié a un gato y me sentí triste
porque pensé en tus ojos verdes
en que hubiéramos eludido a la aduana
y cargado tu juguete de plumas
Ahora tendrías un balcón para mirar otra ciudad
una a la que le crecen árboles tanto como los rascacielos,
ya hubiéramos paseado juntas por el parque Lezama
nos cambiaríamos el nombre
y tal vez conociéramos a alguien entre el rocío de la mañana
o los tejados
pero sería injusto,
porque bastante tiene una con aceptar que tiene 7 vidas
Tú y yo nos conocimos antes,
fue en la sexta donde yo te miraba desde abajo
y recargaba mi cabeza contra tus pies
Tenías un caballo
Enamorarse de un jinete tiene su gracia,
hay algo en la manera en que con sus manos acomoda el sombrero
y su mirada se torna oscura,
casi feroz
Tenías un caballo llamado Characo
el mismo nombre que se le da a la fruta
que en su centro esconde una nuez
y que si se fermenta, se torna exótica
Recuerdo correr contigo entre los caminos de tierra,
sostener tu mano mientras cabalgamos
porque es la tierra el lugar donde el miedo no existe,
lo dices a mi oído mientras yo pienso
¿Hasta cuando tu mirada perderá esa ferocidad?
Si es ahora mientras nos besamos en tu auto
que las guerras en el mundo paran
Contigo no anochece y no importa
porque en esta vigilia continua estoy bien
y no quiero llorar porque has decidido irte con el caballo a cuestas,
quiero llorar porque he perdido las llaves de mi departamento
o porque el fuego en el mundo no cesa.
Nunca tendremos Montreal
Un copo de nieve necesita de 10 a 19 moléculas de agua para formarse,
pero el viaje de un copo y otro hacia el suelo, nunca es igual,
sus formas son dispares, nunca un copo de nieve será igual a otro,
yo pienso en el inicio del invierno y tu último mensaje
en ese dispar que se crea entre tus pasos
y los míos,
sobre las ciudades que no visitaremos
Y es que el frío en el sur es una forma de decir
me duele un hombre en el costado,
en esta orilla del mundo donde ya no me cuentas más
tus teorías acerca del amor
o tu descubrimiento sobre Spinoza,
donde la naturaleza es destino
Y es que el frío en el norte es una forma de decir
alguien más acompaña tus pasos
reman juntos en el lago de Tremblant
y ya hablas una lengua diferente
No tendremos un vuelo en primera clase
ni beso debajo del muérdago en Navidad,
el copo de nieve que cae sobre tu boca
y luego se deshace,
el copo de nieve que cae sobre mi cabeza
y luego se deshace.