Sabores
Rafael Salinas
Hay días que no saben a sí mismos
El sábado pasado sabe a ceniza
Este domingo sabe a martes de otro septiembre
o dolida Gea
Hay ya tres lunes que no saboreo
Los sabores de la ciudad suenan a hastío
Jueves cualquiera a los trece
éste sabe a etanol directo a tu garganta
Por fin comprendo el cobalto
Su voz es áspera y deprimente
sin embargo férrea
Su voz es brasas de azul
recordatorios
Cobalto también es radioactivo
Mató a muchos
Mata presente
La muerte sabe
a cobalto
a gorrión inerte en alguna calle de Coyoacán
a Nuevo Laredo a las once de la noche
a Arvo Pärt
a sales mazatlecas
Última cena
autorreferencial
juego de viuda
quiero decir
la ahora matriarca no juega
La muerte sabe a cinco pesos no cobrados
últimos que aposté contra el abuelo
El recuerdo es también la muerte más sensata
Ya no peregrinos inundan calles
Tradición perdida
Diecinueve de junio
dos muertas
padre vivo
Cobrizos titulares
o cifras de abducciones
leo
leo dos
leo solo
leo pobre
leo en tiroteo
leo por deudor
leo comerciante
leo en privación
leo en la escuela
leo en el callejón
leo por accidente
leo al salir del bar
leo en ropa de civil
leo frente a los hijos
leo ajuste de cuentas
leo en fuego cruzado
leo a manos del novio
leo colgados del puente
leo diez en plaza principal
leo supuesta calma del hogar
Cuántos vivos. Sólo uno. Era su familia. Parece que sí. Qué triste. Así está la cosa, siempre ha estado igual. Hace unos años no. Antes no se hablaba de esto, verdad. No era tan normal, incluso había toque de queda. De verdad. Sí. A ti a qué te sabe la vida. A mí. Sí. A azúcar. Por qué. Me recuerda a casa. Comías mucha azúcar. Sí, mi mamá tenía un tarro grande y yo le hundía la cuchara. Tiene sentido. Podrías decir que la muerte sabe a lo contrario. Sí. Y qué es lo contrario. La sal, supongo.
Hay amores más insípidos
El primer bocado siempre es ígneo
Erupción que sabe a despertar
Entonces despierto
Despierto a qué
Despierto a mismo ayer
Despierto obnubilado
Despierto a fuerzas
Despierto azul
quiero decir
vienes azul y me cortas la lengua
Sangro azul
no por azulosa sangre
sino ya me acabé la roja
Y tú crees que eso sea bueno. Qué. Sangrar azul. Mientras no haya hemorragia. Y puedo cubrirla. No. Y qué le hago. Nada, déjala manar, ella sabrá. Decía mi abuelo que uno no escoge dónde nacer, pero sí dónde morir. No estoy de acuerdo. Por qué. Yo no querría morir aquí, y es probable que lo haga.
Quedan tres lunas para volver a vernos
Qué será de mí cuando el tiempo nos alcance
A quien recuerdo es espejismo
tú recuerdas abstracta forma mía
Sabe a erosiones
constante negación entre lloros
El innominado no puede cerrar
la sangre invisible de sus ojos
Por qué lloras tanto. No sé, así soy. Pues no llores. Es que no puedo evitarlo. Eres maricón. No es así. Sí, mi hermano dice que sólo los maricas lloran. Pero yo no soy. Te gustan los hombres. No. Sí es cierto, pinche maricón, le voy a decir a todos, y pobre de ti que le digas a la maestra.
Las lágrimas también saben a ozono
Allá en la ciudad
derriten o
inundan calles o
me llegan a las rodillas
Peregrino hasta Xochimilco
Seis kilómetros saben a decepción
Hola, sobrino, cómo te fue en el trabajo. Bien, vendí veinticinco. Qué bueno, pásale a cenar.
La mentira sabe a línea dos del metro
El coraje sabe a Galerías Coapa a las diez de la noche
quiero decir
la negligencia sabe a jefe directo
semana previa al finiquito
Se puede saber qué estás haciendo. Pues te dije hace media hora que la mesa seis pidió algo, ya lo comandé. Y yo te dije que no puedes comandar. Pues haz tu trabajo. A mí no me vas a hablar así, cabrón.
Nuevamente
la sangre invisible sabe a derrota
ahora borracho
antes línea dos del metro
recién llegado
foráneo desertor
Me cubro la boca frente al espejo
No quiero que me escuches
No
Necesito que me escuches
Me dejo sangrar los ojos
Mi boca también sangra
Ahora despiertas
Qué pasó, hijo. Es que nada me sale bien.
Y ahí vas de curandero
quiero decir
el amor sabe a
No te preocupes, aquí estoy.