Ulises fue el primer peregrino literario y construyó su travesía con profunda convicción, con la disposición de enfrentarse a lo que ésta le deparara. Además de ser uno de los primeros viajeros, es también un héroe memorable, que comienza su viaje siendo una persona y lo termina completamente transformado. En Anfibio Odisea, publicado por la editorial mexicana Nieve de Chamoy, Héctor Rojo retoma la idea del viaje para crear un nuevo mundo, en palabras del autor “un nuevo planeta”.

El poemario está dividido en cuatro partes, aunque en realidad la obra es un único poema extenso que cuenta distintos episodios de una misma historia. La voz poética, como en un peregrinaje, emprende un recorrido en el tiempo y el espacio. A lo largo de 38 poemas, complejos y musicales, relata algunos eventos de la vida en un planeta inédito. Este peregrino cósmico invita, desde la primera nota, a entrar en un pacto de verosimilitud en el que un mundo inexistente será creado, un nuevo ámbito en donde los hombres “amarán los accidentes, lo no controlado, lo imperfecto”. ¿Acaso hay algo más humano que esto? En esta historia, la voz poética —que es a la vez narrativa y lírica— repite parte del destino de Ulises en la Odisea y cuestiona a los dioses:
El poeta crea paisajes, planetas, cartas, imágenes, diálogos e historias mientras explora el lenguaje. Su personaje principal, un Prometeo contemporáneo, está acompañado de Raderia, la compañera y motivadora de la creación poética. Juntos construyen un nuevo mundo, su mundo:
El autor aborda en Anfibio Odisea diferentes dualidades de la vida: el error y el acierto, el principio y el fin. El periplo está plagado de sentimientos —amor, felicidad, dolor, pérdida— y, aunque no es una historia de amor, explora la relación entre los personajes principales mientras juega con la inevitabilidad del cambio y la muerte, una verdad incuestionable que está presente sin importar que se trate de un nuevo planeta.
Antes de finalizar, con un cierre luminoso, el penúltimo apartado del libro —“Epidérmica” es donde este poemario se consolida—, el poeta esgrime con su tono de afirmación oscilante:
Anfibio Odisea hace eso: transforma al lector en una travesía lírica imprescindible. Es mediante la peregrinación, de la que somos parte durante el proceso de lectura, que se opera un cambio en la experiencia y la percepción poéticas. Algunas cosas, es cierto, colapsan durante el viaje que Héctor Rojo ha creado, pero otras se reconstruyen y son redefinidas con el hechizo del lenguaje. Al empezar el libro nos volvemos parte del recorrido de Raderia y su acompañante. La intimidad de los poemas nos hace testigos del camino, pero también nos vuelve parte de él. Rojo sentencia en la última parte: [s]e ha cumplido en la historia. Cumplimos con detalle. Y tiene razón, la nota inicial lo advirtió desde los primeros versos y el autor cumple su cometido: fundar un planeta de nueva expresividad lingüística.