RESEÑA / junio-julio 2021 / No. 93
Inmersión profunda en el trópico




Páradais
Fernanda Melchor
Ciudad de México
Literatura Random House, 2021


 

portada de Retrato de una familia en pedazosPáradais, la tercera novela de Fernanda Melchor (1982), es una inmersión profunda en el trópico violento, en las riberas veracruzanas rebosantes de árboles y enredaderas, en el calor envolvente de la tierra húmeda; es también un regreso a los escenarios de marginación que en Temporada de huracanes (2017) formaban un espacio significativo en el que los personajes se mimetizaban con su entorno salvaje. Con su nueva historia, Melchor consigue no caer en lo reiterativo, siempre tentador, y agrega un eje nuevo a los temas de los que se ocupa en su obra.

Polo —narrador de la novela y jardinero del conjunto residencial que da título al libro— es un personaje frustrado, siempre dispuesto a no asumir la responsabilidad de sus acciones. Al poco tiempo de comenzar en su empleo, conoce a Franco Andrade, uno de los habitantes de Paradise, un joven que está obsesionado con una vecina suya, Marián, por quien se muestra dispuesto a sumergirse en la abyección más terrible. Ambos varones forman a lo largo de la historia que protagonizan un contrapunto fatal; son dos caras de una misma moneda. Franco, desde su esfera de privilegios, y Polo, desde sus carencias y reclamos, presentan rasgos de una personalidad borderline: tienen dificultades para manejar sus emociones y establecer verdaderas relaciones interpersonales, cada uno a su manera es impulsivo e incapaz de concebir las consecuencias de sus actos. Ambos son el síntoma de una sociedad que se ha visto rota por una violencia estructural paralizante, una sociedad indiferente y machista.

Esto último es, quizás, uno de los rasgos más relevantes de la novela. Los dos personajes intentan siempre demostrar su hombría a toda costa. Polo no permite que su prima se burle de él, ni tampoco soporta la idea de que su primo, a quien admira, no lo considere alguien competente para unirse a la banda de criminales para los que trabaja. Franco, por otro lado, vive a costa de sus abuelos, desea y cosifica el cuerpo de Marián, y nunca muestra empatía o verdaderos sentimientos amorosos por nadie. En este sentido, más allá de hablar de una masculinidad hegemónica, en los términos que utiliza Conell, ambos presentan rasgos de una masculinidad abyecta, terrible y monstruosa. Porque la primera se refiere más bien a una forma de ser hombre que implica también características como la de ser un proveedor. En contraste, Polo y Franco se alejan de esta concepción y representan un mundo de violencia física que transita hacia lo aberrante. Ninguno de los dos siente remordimientos y, en cambio, buscan satisfacer sus necesidades personales a costa de los otros. Hartos de la vida que llevan, encuentran en la posesión de lo prohibido un motivo que los lleva a cometer el crimen sobre el que gira la historia.

Los dos protagonistas no son amigos. Su vínculo está construido sobre la necesidad que uno tiene del otro, se complementan, se atraen como los opuestos que son. En un principio, Polo únicamente busca el alcohol que le proporciona Franco, a quien desprecia no sólo por su físico, sino también por todo lo que representa: privilegios que no se merece sumados a un narcisismo exacerbado. Si bien Franco aparece dibujado siempre a través de los ojos del jardinero, se intuye que requiere de este último para llenar la soledad y la marginación en la que vive. Es a Polo a quien le cuenta sus fantasías y a quien busca para desahogarse, es a él a quien le propone llevar a cabo la acción que se desencadena hacia la última parte de la novela. Todo ello no está inserto de manera gratuita, existe un deseo por mostrar que más allá del acceso o no a bienes económicos, la violencia está presente en todos los estratos.

De la misma manera, el paisaje veracruzano integra en su salvajismo un símbolo de la brutalidad contenida en las acciones de los personajes. En más de una ocasión Polo habla de las hierbas que crecen imparables desde las orillas del complejo habitacional hacia los patios de las residencias, se queja de sus largas faenas arrancando hierbas y malezas que crecen con profusión. La fertilidad del suelo y el calor del Golfo de México son elementos propicios para que la sangre hierva y en su seno vegetal florezca la descomposición y la muerte. El mismo nombre de Páradais es una antítesis, una gran ironía. Al mismo tiempo que hace referencia al vergel idealizado de las selvas y las playas, muestra al lector una parte oscura del ser humano, un encuentro con lo que sucede a diario en la realidad del país.

En este sentido, vale la pena mencionar un par de trabajos anteriores de su autora. Aquí no es Miami (2013) es una compilación de crónicas escritas a lo largo de varios años, las cuales hablan de una autora que no teme mostrar la crudeza del ámbito veracruzano, que utiliza la literatura como un medio para dar a conocer una parte esencial de nuestro mundo, aquella que se refiere a lo sórdido y lo cruel. Su novela Temporada de huracanes se alimenta también de la realidad, pero va más allá cuando entra en los terrenos de la ficción y especula sobre las posibilidades de sus personajes. Con su más reciente trabajo permanece viva esta búsqueda: recordar que la violencia existe, mostrarla sin ambages para reconocer en ella lo que de tan cotidiano ya no se puede ver.

Con Páradais, Melchor retorna a los escenarios turbulentos del Veracruz asolado por el crimen, soslaya, para bien, escribir sobre el profuso tema del narco y, en su lugar, explora las motivaciones de personajes frustrados que han perdido toda conciencia del daño que cometen en otros. Se trata, entonces, de una novela que hace un señalamiento sobre la crueldad y la abyección, que pretende encontrar en la mente de un monstruo los motivos que lo llevan a justificar sus acciones; una novela que se abre camino a través de lo peor del ser humano para revelar la abrasadora oscuridad que puede habitar en su interior.




Héctor Justino Hernández (Córdoba, Veracruz, 1993): Estudia Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Veracruzana. Es autor de Dimorfismo (Pasto Verde, 2019). Obtuvo el 10º Concurso de Cuento Infantil convocado por la Editora de Gobierno del Estado de Veracruz.

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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