Aunque la rama cruja

Para Verónica González


Nunca antes me fue tan necesario llegar a Roosevelt, Avenue, Woodside,
la única calle que yo inventé
y a donde yo me siento en la escalera
del segundo piso como por costumbre, sin entrar al departamento que yo inventé.

Nueva York se construye de anónimos sonidos, sonidos interminables,
sí, tiernamente,
sí, ciega, desordenada, te dije furiosamente.

Estas son las palabras amadas que yo hubiese dicho,
pero está bien, no vivo con mis seres queridos.

En cada esquina, nombre de inmigrante,
oigo acercarse al poema cuando las cosas se deterioran.

Un árbol cabeza-nido de pájaro me trae tu recuerdo que no termina.

En cada esquina cada coche dirige el aire.

Yo sé bien que nunca he logrado entrar a departamento alguno

A Betty

HAY VECES EN LAS QUE QUEDA el triste consuelo de no haber tomado siquiera el colectivo
a causa del poco dinero.
En cambio, qué importa ya la prohibición de la palabra probable.
Pensaré en el intento de no prometer algo a los amores prohibidos.
Oh la joven muchachita que intentó acomodarme la camisa creyendo hacerme un favor.

Yo estuve en el reloj de los ingleses,
yo estuve en el reloj de los ingleses;
por estrategia, yo estuve en el reloj de los ingleses.

Otro el muchacho retratado de pantalones largos y ceñidos en el reloj de los ingleses,
otro el muchacho que olvidó a Manzi al recitar a Antonioli.
En la voz un acento extranjero que incluso hoy no logro entender.
Sueño en la calle X.
Sueño en la calle cualquiera.
Plaza elegante con X nombre
donde aquella muchacha se paseaba oculta
frente al amor y los excesos.

En Luna Park vi que la tetona de Elena sabía más de lo que decía saber.

Mira mi parietal izquierdo cómo me tiembla, míralo siquiera por un momento
cuando intento recordarla exigiéndome la muerte que le tocaba.

Oh la joven muchacha que intentó suicidarse con pastillas frente al reloj de los ingleses.
“No hay remedio, te lo juro, no hay remedio, a pesar
de ser Buenos Aires podés enviarme una carta,  mas vos sabés que no hay remedio”.

Pero yo fingía no entender.



Manuel Parra Aguilar (Hermosillo, Sonora, 1982). Realizó estudios de Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha publicado poemas en La porte des poetes, Azahar, Yuku Jeeka, Acequias, Estepa del nazas, Punto de partida, Cantera Verde Artemisa. Premio Internacional de Poesía Oliverio Girondo 2005, organizado por la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Delta Bonaerense, San Fernando, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Editor de la sección poética de la revista literaria La línea del cosmonautawww.dondevaparartodanariz.blogspot.com

 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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