ESCRITORES DE AGUASCALIENTES (1985-1997) | PRESENTACIÓN / junio-julio 2019 / No. 80


En Aguascalientes se escribe


Esteban Castorena y Leonardo Siqueiros


I


Cuando se habla sobre el rol de Aguascalientes en el panorama de la literatura nacional, suele decirse que ésta es la ciudad de la poesía. ¿Lo es realmente? Sí, pero es más que eso. Para explicar esta respuesta vale la pena reflexionar, en primer lugar, por qué el sobrenombre que lleva la ciudad. Bueno, pues resulta innegable que Aguascalientes ha tenido un papel importante en la difusión del quehacer poético. Un breve recuento: desde 1931 hasta 1967, y siempre en el marco de la Feria de San Marcos, se llevaron a cabo los juegos florales del estado; luego, en 1968, y gracias a las gestiones del poeta y promotor cultural Víctor Sandoval, los juegos se transformaron en el Premio Nacional de Poesía, que a su vez se transformó en el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes, mismo que aún se entrega año con año. Son ya 87 años en los que Aguascalientes ha sido un espacio en el que poetas se dan cita para mostrar su obra y hacerse de prestigiosos galardones.

Además de este "mecenazgo poético", no hay que olvidar que en tierra hidrocálida ha habido grandes poetas. Por mencionar algunos: Salvador Gallardo Dávalos, como representante de la vanguardia estridentista; Desiderio Macías Silva, quien perteneció al grupo paralelo y se convirtió en el primer y hasta el momento único ganador hidrocálido del Premio Aguascalientes en la historia; Dolores Castro, una importante poeta de la Generación de Medio Siglo que, con más de 90 años, sigue escribiendo y divulgando el amor por las letras. Aquí llega otra pregunta: ¿son suficientes los premios del estado y sus más destacados autores para etiquetar a una ciudad? Al parecer, en la práctica sí. Qué tan preciso sea el sobrenombre es otra historia.

La antología que reúne la obra teatral de Luigi Pirandello lleva por nombre Máscaras desnudas, un título intrigante por la aparente contradicción que conlleva. Para Pirandello, una máscara muestra a la vez que esconde. Esconde al actor, pero muestra al personaje, de ahí que pueda mostrarse desnuda, mostrar la totalidad del personaje y ocultar por completo lo que está tras ella. Las etiquetas, para las ciudades, los géneros literarios o lo que sea, son como las máscaras. Muestran a la vez que esconden, limitan, condicionan. El actor detrás de la máscara no existe, todo lo que se haga fuera de lo que establece la etiqueta tampoco.

Eso pasa con Aguascalientes: la etiqueta de la ciudad de la poesía muestra algo, pero oculta mucho. Si el sobrenombre de la ciudad se sustenta en autores y en premios, entonces hay que mencionar que en el estado ha habido grandes escritores que no se dedicaron exclusivamente a la poesía. Eduardo J. Correa con su Un viaje a Termápolis, Enrique Fernández Ledesma y las 19 monedas de cobre, la dramaturgia del propio Salvador Gallardo Dávalos y la existencia del premio que lleva su nombre y que hoy en día reconoce tanto a poetas como a narradores jóvenes del país son elementos de la literatura hidrocálida que están ahí, pero que por desgracia quedan en segundo plano gracias a la etiqueta que ostenta la ciudad.


II


Aguascalientes tiene espacios donde acercarse a las artes y la cultura. Gracias a Víctor Sandoval, en el estado se fundó la primera casa de cultura del país. La ciudad fue el piloto de lo que se convertiría en uno de los proyectos más ambiciosos dentro de las políticas culturales mexicanas. Siguiendo la visión de don Víctor, el Instituto Cultural de Aguascalientes y, más recientemente, el Instituto Municipal Aguascalentense ofrecen a la sociedad civil un gran catálogo de educación artística que abarca distintas disciplinas. Por otra parte, la Universidad Autónoma de Aguascalientes cuenta con diversos programas de estudios enfocados en artes y cultura. El más longevo de éstos, con más de 30 años, es el que se especializa en literatura: la licenciatura en Letras Hispánicas.

Acercar el estudio de disciplinas artísticas a los jóvenes para que las aprendan y las hagan suyas garantiza la salud cultural de la comunidad. Con las herramientas suficientes para la comprensión de un arte, muy probablemente, el individuo sentirá la necesidad de ir más allá de la contemplación y comenzar con la creación de una obra propia. En lo que concierne a la literatura local hay una figura trascendental en el desarrollo literario de las generaciones que están escribiendo hoy: Salvador Gallardo Topete. Hijo de Salvador Gallardo Dávalos, y perteneciente al grupo de Víctor Sandoval y Desiderio Macías Silva, Topete fue uno de esos escritores que no se atuvieron a la etiqueta predominante en la ciudad. Alguna vez, conversando con él, nos confesó que fue su juventud lo que lo llevó a salirse del molde. Un parafraseo según permite la memoria: "Víctor y Desiderio ya hacían poesía; a mí, siendo el más chico, me tocó también hacer narrativa". Quizá fue por coincidencia más que por convicción, pero que su obra abarque poesía, narrativa y novela lo llevó a dejar tras de sí textos de indudable valor en cada uno de los géneros, lo que permitió que sus alumnos tuvieran un acercamiento plural a la creación literaria.

Ya fuera en los talleres literarios que dirigió para las oficinas gubernamentales, o como profesor de la Universidad, el profe Topete, como lo llamamos con cariño, incitó a muchos a que nos adentráramos en el mundo de la creación literaria. Siempre tuvo la disposición de leer a sus alumnos, de comentar sus textos, ayudar en la corrección e, incluso, en la publicación de algunos de ellos. Suele ocurrir que con el maestro se crea la escuela: una de las virtudes de la forma en que Topete enseñó fue sin imposiciones, el resultado fue la apertura a diversos géneros, voces, estilos y temas. Un autor plural tiene como resultado estudiantes plurales. No es de sorprender que el semillero que Topete alguna vez plantó dé hoy frutos diversos. De eso la presente antología es una constancia. De una u otra forma, quien escribe hoy en Aguascalientes, directa o indirectamente, aprendió algo del profe Topete.


III


Aguascalientes es y no es la ciudad de la poesía. Lo es porque aún hoy es un género con mucha proyección en el estado, lo es porque los jóvenes creadores son fértiles en este género. Es la ciudad de la poesía, pero es más que eso. La narrativa también está viva en las plumas hidrocálidas. ¿No sería mejor deshacernos de la etiqueta, de la máscara que oculta a unos y favorece a otros? Por supuesto que sí. Es mejor decir: en Aguascalientes se escribe. Como muestra de ello es que esta antología convoca a poetas y narradores por igual.

La relación entre poesía y narración se encuentra en la búsqueda de un significado nuevo para la palabra escribir. Buscar temas pequeños para mostrarse, buscar temas grandes para personalizarlos en un intento de mostrar la individualidad y generar empatía. Hacer de la historia una narración quebrada en pequeñas historias que buscan ir más allá del entretenimiento y llevar a reflexiones más profundas. Narrar en Aguascalientes es hacer un viaje desde el realismo, y avanzar poco a poco, hasta llegar a lo fantástico. Son dos caras de la realidad: lo que existe y lo que no. Y, sin embargo, los dos lados nos desnudan ante lo que somos. Hacer poesía en la tierra de poesía es construir una casa propia donde se pueden refugiar estilos personales y temas varios: la posmodernidad, lo religioso, la homosexualidad, pequeños retratos de la vida cotidiana o una denuncia de los problemas que se observan en el mundo.

Para conformar esta antología el criterio de selección no giró en torno a un dossier, quisimos mantener la pluralidad. El criterio fue meramente generacional, autores nacidos en (o adoptados por) Aguascalientes desde mediados de los años ochenta hasta mediados de los noventa. Autores jóvenes que están escribiendo y cuyas voces merecen ser escuchadas. Cabe mencionar que, bajo este criterio, quedaron fuera autores hidrocálidos cuya obra es de gran valor. Este número es una proyección de algunos autores jóvenes cuya voz merece ser escuchada, pero es también una invitación a la literatura hidrocálida en general. Es una invitación a ver más allá de la etiqueta que lleva la ciudad, a la apreciación de un panorama más amplio que el comúnmente suele mostrarse. En Aguascalientes se escribe, y aquí hay una prueba de ello.

IV


Los compiladores queremos agradecer ampliamente a David Ortiz Celestino, quien nos ofreció su ayuda para comenzar con este proyecto. Asimismo, agradecemos a Carmina Estrada por acceder a trabajar con nosotros. Agradecemos también a los autores por confiarnos sus textos.

Un último agradecimiento a Salvador Gallardo Topete, a quien muchos tanto debemos.






Esteban Castorena (Aguascalientes, Aguascalientes, 1995). Licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Becario del Festival Interfaz (2016), del PECDA (2016) y del FONCA (2018).  En 2017 representó al estado de Aguascalientes en el V Encuentro de Narradores Región Centro-Occidente. Ha sido coeditor de la revista de estudios lingüísticos y literarios Marmórea y locutor del programa de radio “Hoy toca libro”, ambos proyectos pertenecientes a la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Su obra ha sido publicada en diversos medios impresos y digitales. Traduce del italiano y del inglés.
 
 
 
 
 


Leo Siqueiros (Aguascalientes, Aguascalientes, 1989). Licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Estudió el Diplomado en Creación Literaria (INBA/Instituto Cultural de Aguascalientes). Ganó el V Concurso Nacional de Narrativa “Elena Poniatowska” 2013, el I Premio Interuniversitario de Creación Literaria “Felipe San José González” 2016 y recibió mención honorífica en el III Concurso Nacional de Crítica Literaria “Elvira López Aparicio” 2016. Textos suyos aparecen en las antologías Sueños diurnos (Universidad de Guanajuato, 2015), Mil sueños y un Quijote (Universidad Latinoamericana, 2016) y Aquí comienza la sangre (Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2017). Fue becario del PECDA en 2017. Formó parte del comité editorial de la revista de creación literaria Pirocromo y fue miembro fundador de la Revista de Estudios Lingüísticos y Literarios Marmórea.


 

Punto en Línea, año 16, núm. 110, abril-mayo 2024

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