Hábito
durante cuatro años la misma rutina empacar desempacar llenar el suelo con colillas de cigarros botellas papeles arrugados dormir días sin ver el sol sin hablar con alguien que no sea un taxista o un vendedor de almacén escuchar los gritos y el calor de los neones cosidos a la ventana a los espacios vacíos de las puertas del techo del armario Vidrio molido el aire de esta casa se vuelve repulsivo soy un trozo de carbón ovillado y ardiendo sólo logro perder el equilibrio y caer hecha cenizas tiznando esta cama esperando más dolor envuelta en analgésicos y botellas de agua mineral sólo puedo levantar la cabeza para ver esta escalera angosta y pequeña en la que todas las tardes la luz se extingue oscureciéndolo aún más todo quisiera desaparecer en lo negro adherirme a la pared perder los sentidos sentir la noche en sábanas limpias meter la mano dentro de mi cabeza y cubrir con los ruidos de la calle los túneles de esta memoria quiero que el tiempo pase que la sangre de mi brazo ya no sea un hervidero mutilado quiero abandonar este colchón en el suelo esta habitación esta miseria cuando cruce la puerta de escape nadie volverá a comprarme por un baño caliente papelinas y alcohol nadie volverá a levantarme la voz ni tocarme como si fuera un cadáver nadie puede enseñarme lo que es caminar sobre vidrio molido lijando las aceras con la palabra sobrevivencia lentamente desapareciendo
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